SEGUNDA MEDITACIÓN
“NO HAY POSADA”
Una posada es un lugar que hace las veces de “hogar temporal”; ofrece resguardo, comida, un techo, etc., y es propio de quien está de paso y necesita hacer una parada. Pero en el caso del Hijo de Dios es completamente diferente: Jesucristo ha querido venir al mundo, pero para quedarse. Es así que decidió encarnarse, haciéndose pequeño y naciendo como un niño y, sin embargo, Él, que viene no de paso sino a morar realmente en los corazones, no encuentra posada entre los hombres. Y entonces a la fría noche se le suma la tristeza, el no encontrar espacio para la Palabra eterna que creó el universo, el no encontrar cobijo entre aquellos que ha venido a salvar; y la única opción que le queda al pequeño Niño Dios es un pesebre. Recordemos que éste es un lugar para animales, indigno y sin comodidades, maloliente y apartado… como las almas alejadas de Dios por el pecado, figura perfecta por divina disposición de la obra que este pequeño Niño ha venido a realizar: transformar la humana miseria con su presencia, aquella capaz de hacer nuevas todas las cosas y a cada alma que decida aceptarlo dándole lugar, como en el pesebre… “frío y apartado”, pero que a partir del momento en que dejó entrar a Dios en ella se transforma completamente. ¿Por qué representamos la Navidad con el pesebre?, tal vez porque allí se muestra perfectamente lo que hace Dios al entrar en contacto con nuestra miseria… porque Dios hace milagros, Dios embellece, Dios transforma.
Consideremos la gran diferencia entre “no encontrar lugar” y “perderlo por haber sido echado afuera”: una cosa es no querer abrirle a Jesucristo el corazón, y otra echarlo fuera por medio del pecado. Nuestro peligro, en cuanto creyentes, es esta segunda actitud: cambiar a Jesús por el pecado, es decir, como “cerrarle hasta las puertas del pesebre” sin dejarlo entrar.
Pidamos en este día para que, por el contrario, sea nuestra alma una morada cada vez más digna para el Niño Dios que por nosotros nace en Belén: “Ahora, Señor, enseña a mi corazón dónde y cómo buscarte, dónde y cómo encontrarte… Deseando te buscaré, buscando te desearé, amando te hallaré y hallándote te amaré” (San Anselmo).
Comentarios