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Comentarios
se oye muy mal a Puto Mikel
Feminismo burgués y feminismo proletario . Los primeros estados esclavistas, al imponer la explotación de unos pocos sobre muchos y muchas, generaron de inmediato la discriminación contra las mujeres. Por la Ley o por la presión, las sacaron de las esferas de toma de decisiones en lo político y en lo familiar. La fuerza represiva pasó a ser más importante que la memoria ancestral. Desde entonces, no todas las mujeres fueron explotadas, ´pero todas fueron, por milenios, discriminadas. En el Feudalismo occidental se exacerbó esta discriminación, que ahora alcanzaba a homosexuales, infieles y herejes, pero que practicaba especial vigilancia sobre las mujeres. Todas las mujeres independientes eran sospechosas de ser brujas, o sea, de reavivar la memoria antigua de base comunitaria. Las esposas de los terratenientes también fueron discriminadas brutalmente, (aunque no se les oprimiera por el trabajo) y su sexualidad fue especialmente controlada, pues un embarazo de dudoso origen cuestionaba la herencia de la tierra, base del poder medieval. Llegó una nueva época. Los Masones, teóricos de la Filosofía del Derecho burgués, cuestionaron el derecho al Poder por línea de sangre, y lo sustituyeron por el Derecho a Gobernar que dan el intelecto y la Educación. Proclamando una igualdad abstracta de todos los hombres, impulsaron gobiernos de élites cultas que no incluían a los pobres, (a los que se les debía tan sólo filantropía), y por supuesto tampoco incluían a sus propias mujeres. Entonces, la mujer burguesa se organizó para luchar por sus propios derechos. Mientas las mujeres explotadas luchaban por los derechos elementales para todos los trabajadores, incluyendo los de sus compañeros y los de sus hijos proletarios, las mujeres burguesas ya miraban más allá. Poco a poco ocuparon espacios en las artes, en la Educación, después en la Medicina, en el derecho al sufragio y a la Política, en su derecho a la herencia, y finalmente incursionaron en el mundo científico. En el siglo XX empezaron a defender los derechos a disponer de su propio cuerpo. Ya en el siglo XIX , en el ascenso de la lucha organizada de los trabajadores, quedó claro que la mujer trabajadora sufría una doble carga: la opresión de clase se agravaba por su condición de mujer y madre. Ahora eran los hombres proletarios los que las acompañaron en sus reivindicaciones concretas, pues todo el destino de la familia trabajadora, la atención de los hijos, su calidad de vida, estaba en juego en el doble yugo de la mujer trabajadora. El feminismo proletario nace indisolublemente unido a la lucha obrera, es parte inseparable de las reivindicaciones clasistas. Es el feminismo proletario el que proclama al 8 de Marzo como día de la mujer trabajadora, como jornada de balance y lucha, y no como festejo. El Capitalismo advirtió la inmensa fuerza de las mujeres organizadas. Entonces se infiltró en el Movimiento Feminista de la misma forma que lo hace en el Movimiento Ambientalista, intentando separar a ambos de la lucha social en general. El Capitalismo, el Banco Mundial y las ONGs burguesas, no financian un Movimiento Ambientalista o un Movimiento Feminista moderados; por el contrario, intentan radicalizarlos hasta tal nivel para que sus militantes y militantas no vean otro objetivo que el propio de su movimiento, desconociendo que no hay soluciones ambientales ni de género definitivas sin abolir el Capitalismo. Hasta los femicidios (la expresión más extrema y odiosa de la discriminación) se basan en un enfermo instinto machista de propiedad, de posesión, que tiene estrecha relación con la Propiedad Privada como régimen universal. Cuando el feminismo recupera su brújula proletaria, tiene mucho que enseñarnos, tanto desde la memoria ancestral como de su acumulación de experiencias de siglos de cargar el doble yugo de la opresión y la discriminación. Glosando a Zitarrosa, las mujeres organizadas pueden ayudarnos a volar, pero será difícil seguir su vuelo.
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