Como os podréis imaginar, hacer un programa especial sobre El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, era un reto mayúsculo para nosotros. Quizás, por eso, nos hemos demorado tanto en su publicación. La razón: queríamos hacer algo diferente, original y personal y, como suele ocurrir con todas las grandes obras de la literatura, era tanto lo que se había dicho que teníamos miedo de que nuestra propuesta quedara como una lectura banal o superficial por “imposición” de nuestro formato.
Así que dándole muchas vueltas, decidimos volver a nuestros orígenes y retomar, si cabe con más fuerza, el espíritu o filosofía (llámenlo como quieran) que subyace en La Milana Bonita. Nosotros, así lo llevamos afirmando más de doce años, somos un programa de fomento de la lectura, así que con este mantra en la cabeza nos pusimos a trabajar.
El programa que pueden escuchar a continuación es una grabación de casi tres horas en la que hemos tratado de bajar el Quijote a la calle. Para ello, hemos pedido ayuda a nuestro principal activo, los escuchantes y amigos de La Milana, y les hemos pedido que nos hablaran sobre sus lecturas de esta obra mayúscula. Creemos que el contraste es bonito. Frente a una novela que se presta al análisis erudito, y, seguramente, descontextualizado, nosotros hemos tratado de emular un gigantesco Club de Lectura en el que se han compartido muchas experiencias y recuerdos.
El resultado final es un viaje emocional por este libro, que lo hayáis leído o no, forma parte de nuestras vidas. Por supuesto, no hemos querido perder nuestro sello y también contamos con entrevistas, un poco más largas, para contextualizar la obra. En este especial, contamos con la visión del Dr. Alfonso Martín Jiménez, catedrático de Teoría de la Literatura en la Universidad de Valladolid (quien nos habla de El Quijote Apócrifo) y con Carolina Martín, técnico del Museo Casa Cervantes, también de la ciudad del Pisuerga.
Para nosotros ha sido un verdadero placer grabar este programa. Os agradecemos muchísimo a todos los que habéis participado y a los que participarán (esperamos que a través de redes y comentarios vayamos sumando testimonios) vuestro interés en nuestro proyecto.
¡La revolución ha comenzado!
Comentarios
Llevo 2 horas y cuarto y me parece increíble que no se haya hecho ningún mención a Jack el Fatalista de Diderot. No entiendo nada.
Muchas gracias por hacer programas de tanta calidad. Siempre sorprendeis, con cada programa. Me encanta leer, pero con vosotros descubro que también me gusta la literatura. Muchas gracias!
Hay una epoca que no se lo que paso una vez publicado! Se hizo famoso?Gano dinero? Como se relaciono con los otros escritores una vez publicado? Y por ultimo felicitaros por el programa se me hizo corto!
Solo aportar mi parecer ! Lo lei hace muchos años y ahora cuando acabe mi recorrido por los grandes clasicos lo volvere a leer! Estoy deseandolo! De lo que destacaria es que oyendoles hablar es que era intemporal ! Esas conversaciones las podria tener perfectamente ahora con mi padre por ejemplo y serian actuales!
¡Muchísimas gracias por todo el cariño y los comentarios que nos hacéis! Sois los mejores. Ha sido un programa diferente y difícil, pero ha merecido la pena. Un fuerte abrazo
Ahora sí, terminada la escucha del fantástico programa dedicado al Quijote, me tomo el atrevimiento de participar, aunque sea de forma tardía. Uno de los grandes personajes de la obra -que en mi opinión cabe mencionar- no es otro que su "verdadero" autor: Cide Hamete Benengeli. Desconozco si el recurso de citar a un presunto autor fantasmal, como una presunta fuente de autoridad, fue utilizado por primera vez por Cervantes. Pensándolo bien, hay un precedente: aquella otra obra literaria -famosa, influyente y fundacional, esa sí un verdadero best seller- llamada La Biblia. Sin dudas este subterfugio fue aplicado muchas otras veces, después. Por Borges, por ejemplo, en varios de sus cuentos compilados en Historia universal de la infamia o en Ficciones... O por otro grandísimo escritor (¿también de otras ficciones?) -que afirmó haber estudiado el castellano en su juventud, solo para poder leer el Quijote en su versión original-. Me refiero, claro está, al Dr. Freud. Comparto la emoción que produce el final del Quijote en el que creo que se trasluce la congoja del propio Cervantes cuando dice, sin retóricas ni florituras: "...dio su espíritu, quiero decir que se murió". Hay quienes opinan que ese final, en el cual el loco don Quijote vuelve a ser el cuerdo don Alonso Quijano, es una suerte de traición en la que -en definitiva- la razón (que no la moral) que rige al mundo se impone sobre la insensatez propia de la fantasía. Puede ser... Pero ¡qué bello final! Imagino lo que debe haber sufrido Cervantes al decidir matar a un personaje tan potente y entrañable del cual fue artífice y creador y con el que había convivido tantos años. Y un último comentario: qué hermoso tiempo en el que las desavenencias y las disputas entre enemigos (como Cervantes y Pasamonte) se zanjaban lanzándose puyas literarias de las que, cuatro siglos después, seguimos hablando.
Me ha encantado eso de que "hay que leer El Quijote para que no te lo lea otra persona" Lo incorporo a mi discurso.
Queridos amigos de La Milana Bonita: Ya sé que un mensaje extenso va en contra de lo que hoy se impone, en el vértigo de lectura que nos proponen (o imponen) las redes sociales, los celulares, el whatsapp. Pero, en fin, tengo mucho para decir y correré el riesgo. Llegué a ustedes buceando en el mundo de los audiolibros. Me explico: sentía en falta el no haber logrado leer completo El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Las varias veces que había acometido su lectura no lograba superar los primeros capítulos. Llegaba, con suerte, a la famosa aventura de los molinos de viento. Incluso, elaboré la teoría de que muchos de quienes dicen haber leído el Quijote en verdad no lo hicieron; por eso citan como historia emblemática la arremetida contra los molinos, no tanto por su valor simbólico (que sin dudas lo tiene), sino -simplemente- porque está casi al principio. Entonces, un buen día, la casualidad tejió una de sus confabulaciones e hizo que escuchara en la radio una hermosísima lectura -en formato audiolibro- del Quijote. Se trata de la realizada en ocasión del cuarto centenario de la primera edición, en 2005, con el auspicio del Gobierno de Aragón, e interpretada de forma superlativa por el periodista y locutor Jesús Brotons quien, con diferentes voces, tonos e inflexiones, interpreta a todos, absolutamente todos los personajes de la obra (protagonistas, secundarios, ocasionales, varones y mujeres). Si no lo conocen, lo recomiendo fervientemente. Yo lo encontré en un Dropbox. Desconozco si este trabajo es del dominio público o se trata de una "edición pirata". Si es así, sabrán disculpar el delito cometido. Hay crímenes peores, aun impunes. Lo cierto es que la escucha (que no lectura) de este Quijote me acompañó por decenas de horas de las que uno pierde yendo de casa al trabajo y del trabajo a casa en una urbe tan inmensa como Buenos Aires... Y, no está de más decirlo, este descubrimiento, de alguna manera, me cambió la vida. Para mejor. Dejé de escuchar otras audiciones de actualidad, que sin entender muy bien por qué, no hacían más que activar mi reflujo gástrico. Escuchar el Quijote me abrió las puertas al mundo de los audiolibros y a la gran oportunidad de ponerme al día con otros clásicos cuya lectura se me hacía cuesta arriba: Viaje al centro de la tierra, Alicia en el país de las maravillas, 20.000 leguas en viaje submarino, Frankenstein o el moderno Prometeo, entre muchas otras. Y así quiero llegar (ya es hora) al meollo de este mensaje. Buscando más obras a las cuales escuchar, navegando entre mil alternativas, y tal vez con la ayuda del denostado algoritmo de Google, un buen día (un excelente y único día) di con La Milana Bonita. Y desde entonces (harán tres o cuatro años de esto) ustedes se transformaron en las voces que hablan conmigo de libros, que me abrieron un universo de lectura (esas sí lecturas en el sentido clásico de la palabra y el ejercicio, y también algunas otras escuchas) que, puestos a hacer reseñas, tiende al infinito. A riesgo de hacer aún más largo este ya largo mensaje, quiero incluir esas lecturas que ustedes, sin saberlo -aunque creo que proponiéndoselo- hicieron que yo conociera. El orden es aleatorio, va saliendo como llegan a mi memoria: • Americanah, de Chimamanda Engonzi. • Pan, Educación, Libertad, de Petros Markaris (y a partir de allí, todas las novelas protagonizadas por Kostas Jaritos). • Palinuro de México, de Fernando del Paso (sí completita, completita, toda una maratón digna de un Ironman). • A sangre fría, de Truman Capote. • Catedral y varios otros cuentos de Raymond Carver, de entre los cuales destaco dos: Tres rosas amarillas (una hermosura ¿quién pudiera escribir como él) y De qué hablamos cuando hablamos de amor. • En el día de hoy, de Jesús Torbado. • Novela de ajedrez de Stefan Zweig. • Tea rooms, de Luisa Carnés. • Sostiene Pereyra, de Antonio Tabucchi. • Cuatro por cuatro, Sara Mesa. • Lluvia fina, de Luis Landero. • Rey de picas, de Joyce Carol Oates y luego Blonde, de la misma autora. • Reencuentro, de Fred Uhlman. • Mejor la ausencia, de Edurne Portela. • Corazón que ríe, corazón que llora, de Maryse Condé y luego La vida sin maquillaje. • Una historia de amor y oscuridad, de Amos Oz. • El hombre en el castillo, de Philip K. Dick. • La casa de azúcar, de Silvina Ocampo y otros cuentos. También hubo otros libros que comencé, pero que por algún motivo no me atraparon (1.280 almas, La historia de tu vida) pero que, tal vez, les lleguen el momento. O tal vez no. Y otros, muchos, que no fueron recomendaciones de La Milana, pero que -de mil maneras- entran en el diálogo: todas las novelas de Leonardo Padura (ya es hora de que le dediquen un programa), Media vida y otras de Care Santos, Los pacientes del Dr. García de Almudena Grandes, Tres pisos de Eshkol Nevó, todo (o casi todo) Isaac Bashevis Singer y su hermano Israel Ioshúa Singer... Y muchas, muchas más. Ayer comencé a escuchar el programa dedicado al Quijote, hoy seguiré y espero terminarlo. Me gustó mucho esa primera pregunta acerca de cómo uno conoció el Quijote. En mi caso fue a través de un muy popular programa de TV en la Argentina, de lucha (catch) en los años 70, que se llamaba “Titanes en el Ring”, uno de cuyos personajes era Don Quijote, que entraba al estadio acompañado por Sancho Panza montado en un burro. Y obviamente, en el universo maniqueo de los programas de lucha, Don Quijote era de los “buenos”. Luego, accedí a las primeras lecturas en una versión resumida (mejor diría expurgada) de la famosa editorial Kapelusz, que estaba en la vasta biblioteca de mi casa paterna. No recuerdo haber tenido que leerlo por obligación en el colegio secundario, donde tuve una excelente profesora de literatura, la señora Adriana Velázquez. Hasta aquí mi extenso mensaje. Queridos amigos, Víctor, Eduardo y Nacho, les mando un abrazo a la distancia, un abrazo literario. No sé si la literatura impulsa algún tipo de revolución, tal vez en este punto no estemos de acuerdo… Pero de discrepancias, también vivimos.
El programa me ha gustado mucho, como toda La Milana. Escuchar a otros escuchantes me ha encantado. Solo un matiz "landran, Sancho, señal que cabalgamos" no aparece en El Quijote, al menos yo no lo encontré.
Os ha quedado un programa genial